Un chifita con Don Jorge

por Javier Huarcaya

Era el domingo más caluroso de los últimos años...y el chifita del la Av. Aramburú, un caldero. Don Jorge Salazar conversaba con Julio Heredia amenamente sobre las noches bohemias en París. Yo había arrasado con mi plato y no le podía quitar los ojos al de don Jorge.

Como si tuviera vida propia, mi brazo se arrastró por el costado de la mesa cuidadosamente, era una boa. Llegó al otro extremo y atenazó una presita del plato de don Jorge, él volteó y se ganó con el pase, pero hizo como que no se dio cuenta.
Le pregunté: ¿Profe, no se va a comer esta alita no?

Me acuerdo que yo sudaba a mares, qué calor hacía, pero escucharlo hablar a don Jorge era un placer, tanto como comer. Él era un señor generoso, que con su sabiduría lo entendía todo.

Finalmente, conocedor del exigente paladar de don Jorge, esperaba con ansias su comentario y calificación a esos manjares que a mí me habían maravillado. Ya nos estábamos despidiendo y no pude más y le dije: Don Jorge, dígalo de una vez, ¿Estuvo bien, regular o malo el chifa?
Él miró a la nada, entonces, sin dramatizar el asunto, dijo: No estuvo mal.

Don Jorge procuró no descalificar esa comida que a él, ahora estoy seguro de eso, no le había gustado nada, porque sabía que a mí me había parecido un manjar de dioses.

Con Julio Heredia nos fuimos en una combi y don Jorge Salazar se fue caminando en otra dirección. Así era don Jorge, un tipo muy bueno y seguro. 

28/5/10